Andalucía enfila sus semanas clave hacia el adelanto electoral. Aunque se hable de esta cuestión desde hace meses, es ahora, en esta segunda mitad del mes de abril cuando realmente se está decidiendo por parte del presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, pulsar el botón rojo que nos lleve hasta los que serán las duodécimos comicios autonómicos de Andalucía.
En este sentido, es conocido que estas elecciones andaluzas son convocadas por mandato directo del presidente de la Junta, el único que tiene la potestad de llamar a las urnas. El decreto de disolución del Parlamento autonómico se publica en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía 54 días antes del día D, es decir, de la jornada electoral. Así, son muchas las cábalas que desde antes de Semana Santa se hacen sobre esta circunstancia.
La primera de ellas hacía referencia a que justo después de esta Semana Santa, una fiesta que en Andalucía se vive con inusitada pasión y fervor, Moreno Bonilla convocaría elecciones para el 12 de junio. Sin embargo, no sucedió así, situándose todas las miradas en la fecha del 19. Sin embargo, las últimas declaraciones del presidente andaluz, que no deja de jugar al despiste con una decisión de tanta trascendencia para el futuro de la comunidad, deja entrever que no está nada claro que ese referido día 19 se abran las urnas. El siguiente domingo es el 26 de junio, una fecha ya demasiado avanzada en un mes de calor, a las puertas de julio, con las vacaciones escolares y miles de andaluces escapándose a las playas de la comunidad en unos días muy propicios para ello.
Pero, ¿y si no fueran en domingo? Ha sido el propio Moreno Bonilla quien este martes ha abierto esa posibilidad, llegando a afirmar que pueden ser un sábado o un viernes. La realidad es que la fecha que a día de hoy más fuerza gana en sus pensamientos es el martes 21 de junio, a caballo entre las dos anteriores. Y gana fuerza porque convocar ese día significaría que sí se puede celebrar el pleno del mes de abril, toda vez que aún no se habría disuelto el Parlamento. Se trata, sin duda, de una cita parlamentaria importante para el Partido Popular, y no precisamente por la aprobación de leyes y decretos. De hecho, en esta primera experiencia en el Gobierno andaluz, la derecha de PP y Ciudadanos no se ha prodigado mucho en nuevas leyes. Se trata de una fecha importante porque para ese pleno está previsto que se conozca el dictamen de la Comisión de Investigación de la Faffe, un antiguo escándalo del gobierno socialista que el PP, y sus socios externos de Vox, pretenden usar como ariete electoral.
Esa fecha, a día de hoy no confirmada pero si señalada por muchos, también supondría evitar una convocatoria electoral ese fin de semana de playas, pero genera mucha contrariedad entre la izquierda andaluza que ve aquí una clara maniobra de Moreno Bonilla para buscar una participación baja y para evitar que la izquierda se movilice contra un hipotético pacto de gobierno con la ultraderecha.
Hasta la fecha, Andalucía nunca ha celebrado elecciones autonómicas un martes, aunque sí un sábado. Fueron las de 1990, además en unas fechas muy parecidas a estas: 23 de junio. Hasta el momento ha sido la única ocasión en la que los andaluces no han ido un domingo a elegir su gobierno autonómico. En cualquier caso, la situación entre un sábado o un domingo dista un mundo de celebrarse un martes. Esta posibilidad del 21 de junio sería la que resulta si Moreno Bonilla convocara las elecciones después del pleno del Parlamento de Andalucía del 27 y 28 de abril, que sería, por ende, el último de la legislatura.
El caso de irnos al martes 21, Moreno Bonilla buscaría de esa forma una estrategia que ya le fue bien en el pasado. En las últimas autonómicas, pese a tener el peor resultado de la historia del PP y ser el partido que más votos perdió de forma porcentual, Moreno Bonilla acabó siendo presidente de la Junta por conseguir sumar la mayoría junto a Vox y Ciudadanos, una ecuación que estaba absolutamente fuera de las cábalas. En este sentido, cabe destacar que le ayudó la enorme desmovilización del electorado de izquierdas, sumándose una pírrica participación del 56%, la segunda más baja de la historia democrática en unas andaluzas, solo superada, precisamente, por aquellas celebradas en sábado, y en junio, de 1990, con un 54%.
Son muchas las voces que asimilan esta estrategia de Moreno Bonilla como un dique contra el posible despertar de la izquierda, a día de hoy muy desmovilizada en Andalucía pero que en cualquier momento puede levantarse contra la posibilidad de verse gobernada por la derecha y la ultraderecha. Convocando un martes, Moreno Bonilla se asegura que mucha clase trabajadora no disponga de tiempo o capacidad de acercarse al colegio electoral mientras sus votantes fieles, que están ya consolidados, sí que acudirían a la llamada de las urnas. Cabe por despejar la incógnita de cómo se organizarán las elecciones, toda vez que los centros educativos, clásicos colegios electorales, estarán en funcionamiento un martes por la mañana, haciéndose imposible su uso para este menester.
De una forma u otra, la decisión está únicamente en la cabeza de Moreno Bonilla, que sigue deshojando la margarita para decidirse por la fecha que mejor le venga para sus intereses, por mucho que diga que piensa exclusivamente en el interés de Andalucía.