Si el Tardígrado os dijera que “el archivo de Simancas” tiene una importante documentación sobre los servicios de inteligencia en la época como los siglos XVI-XVII…¿Qué pensarías?
Deciros que entre esos espías hay personalidades como Francisco de Quevedo o Miguel de Cervantes. Fueron agentes secretos, con informes e instrucciones determinadas.
Incluso pintores del barroco Rubens, conjugó su genialidad artística con los servicios secretos a favor de la monarquía española.
Esa capacidad de relación social garantizó que de todas las cortes europeas hubiera “informes diplomáticos” para Felipe IV.
Como no, recibía cumplida información nuestro paisano el Conde Duque de Olivares.
Algunos que están conjurados para la inutilidad, confían únicamente en la acción política tardo franquista. Pero como la formación académica, ni la trayectoria está de moda en nuestras organizaciones políticas del siglo XXI, nada es de extrañar que una alicantina quiera ser presidenta de la Junta de Andalucía, o que un “licenciado en protocolo” lo siga siendo.
Este Tardígrado recuerda esa reflexión maravillosa de Martínez Laínez, que decía sobre Quevedo “su manejo del juego de intereses, su recursos de gran alcance para influir en la política española de su tiempo”.
Nuestro universal autor de Quijote, nos recuerda Sola…partió de Cádiz en mayo de 1581 hacia Orán, tras un mes largo…”realizo los trabajos específicos de información y mantuvo contactos con las redes de la monarquía española”.
Ahora un desdén de extrañezas e infortunios. Y pueden servir como ejemplo: El Caso Bárcenas con los personajes de la literatura de Zorrilla… M. Rajoy, Conductor-Cura y esa barbarie democrática como el caso Kitchen. Punto y seguido…caso mascarillas-hermano de Ayuso-Luis Medina-Alberto Luceño, rematando con el Independentismo Catalán, tras videollamadas Puigdemont–Putin.
Solo me queda recordar a Cicerón cuando decía “en las horas de peligro es cuando la patria conoce el quilate de sus hijos”.