Hace millones de año que habitaron la tierra y poco a poco vamos conociendo más sobre ellos, en parte, gracias a excavaciones como las que se llevan a cabo en Teruel por la Fundación Dinópolis.
En este sentido, una nueva investigación publicada en la revista ‘Journal of Iberian Geology’ se centra en el estudio de tres dientes de espinosáuridos, de unos 6 centímetros de longitud, procedentes del municipio de Galve, en la provincia de Teruel. En particular, estos fósiles proceden de sedimentos pertenecientes a la Formación Camarillas, con una edad de hace aproximadamente 125 millones de años –Barremiense, Cretácico Inferior–.
Los fósiles analizados se asignan a los dos grupos que conforman los espinosáuridos: los espinosaurinos y los barionicinos, cuyos representantes más famosos son Spinosaurus y Baryonyx, respectivamente. En relación con el registro de espinosáuridos, los dientes suelen ser los fósiles más comunes, por lo que el conocimiento general de su anatomía está bastante limitado.
En lo concerniente a la provincia de Teruel hay otros dientes y varios elementos aislados, y se conoce parte de un ejemplar procedente de la misma formación geológica que los dientes analizados de Galve, pero del municipio de Camarillas; de ahí su nombre, Camarillasaurus. Los nuevos fósiles aumentan el conocimiento sobre la variabilidad de dientes y sobre la diversidad de estos dinosaurios.
En el estudio se concluye que los dientes muestran morfologías diferentes, determinándose que uno de ellos, el perteneciente a un espinosaurino, es un nuevo morfotipo dental en el registro paleontológico. La presencia de, al menos, dos taxones de espinosáuridos con una edad geológica similar es conocida en otras regiones del este de la península ibérica y en Inglaterra, entre otras áreas geográficas.
En el caso de Teruel, esta simultaneidad implica que los ambientes fluviales del Cretácico Inferior supondrían una fuerte influencia para los espinosáuridos, ya que dispondrían de una fuente de alimento diversa, desde peces hasta otros dinosaurios. Fósiles de estos vertebrados, como por ejemplo el ornitópodo ‘Iguanodon galvensis’, son abundantes en los mismos depósitos de Galve de los que proceden los dientes estudiados.