Mudarse a otro país es más que un simple cambio de dirección. Es una transformación profunda que toca cada aspecto de nuestra vida. Como psicóloga y migrante, he vivido este proceso en carne propia y acompañado a muchas personas que, al igual que yo, han sentido la mezcla de ilusión y nostalgia que conlleva partir.
El duelo de dejar atrás La palabra «duelo» proviene del latín «dolus», que significa dolor. Y eso es precisamente lo que experimentamos al emigrar: la pérdida de nuestra red familiar, amistades, cultura, idioma, e incluso el estatus profesional y social. Aun cuando la decisión de migrar sea voluntaria, las emociones pueden ser intensas y persistentes.
En mi caso, dejé México hace más de dos décadas para estudiar en España, donde me formé como terapeuta. Desde entonces, he vivido en varios países, construyendo nuevas raíces sin dejar de extrañar mi querida Chihuahua. Migrar no solo es un cambio geográfico, es un vaivén emocional donde la tristeza puede asomar en cualquier momento: en fechas especiales, en momentos de enfermedad o cuando anhelamos que nuestros hijos crezcan cerca de sus abuelos.
Un proceso con altibajos El duelo migratorio no es lineal. Atraviesa distintas fases que pueden alternarse, desde la euforia inicial, donde todo parece una aventura, hasta el choque cultural y la nostalgia profunda. Finalmente, llega la adaptación, en la que logramos sentirnos parte del nuevo entorno sin negar nuestras raíces.
Ahora que he vuelto a España tras una temporada en Chile, vivo nuevamente este proceso, pero con mayor conciencia. Sé que es normal sentir un torbellino de emociones: alegría y tristeza, seguridad e incertidumbre, logro y nostalgia. La diferencia es que ahora sé cómo gestionarlas y ayudar a mis hijas en su propia adaptación.
Cuando la tristeza pesa demasiado La tristeza migratoria, si no se atiende, puede derivar en problemas más serios como insomnio, ansiedad o depresión. Algunos pueden refugiarse en el aislamiento, la idealización de su país de origen o hábitos poco saludables. La clave está en reconocer nuestras emociones, permitirnos sentir y buscar apoyo cuando sea necesario.
Contar con una red de apoyo, cultivar nuevas relaciones y, en muchos casos, acudir a un profesional, son recursos esenciales para transitar este camino de forma saludable. No se trata de olvidar de dónde venimos, sino de aprender a vivir plenamente en nuestro presente sin perder nuestra esencia.
Si estás viviendo un proceso migratorio y sientes que necesitas orientación, no dudes en escribirme. Estoy aquí para ayudarte a entender y gestionar este viaje emocional. Puedes contactarme a través de mi correo hola@cristinaamezaga.com o por mensaje directo en mis redes sociales.
Dra. Cristina Amézaga
Psicóloga e Hipnoterapeuta
Nº de Colegiada: AO13874
IG:@cristina.amezaga
Facebook: Ps. Cristina Amézaga
Tiktok: @cristina.amezaga
LinkedIn: Cristina Amézaga