Giro -no inesperado- en la carrera electoral de Estados Unidos. El actual presidente Joe Biden anunció este domingo su retirada del proceso electoral que culminará en el mes de noviembre con un nuevo inquilino en la Casa Blanca.
Los últimos episodios del presidente americano, que vislumbran una imagen debilitada, han llevado a Biden y a su entorno a desistir y a dar a un paso al lado. En este sentido, han señalado a Kamala Harris como la propuesta para liderar al Partido Demócrata de cara a los comicios estadounidenses.
Biden han indicado que “aunque mi intención era buscar la reelección, creo que lo mejor para mi partido, para el país y para mi es renunciar y concentrarme únicamente en cumplir mis funciones como presidente durante lo que queda de mandato“.
A sus 81 años, Biden ha querido reivindicar el que, creía el mandatario, era su gran escudo ante las críticas: los logros prácticos que ha conseguido desde su llegada al poder tras ganar las elecciones de 2020: fortalecimiento económico, rebaja de precio de los medicamentos o la aprobación de la primera ley sobre el control de armas en 30 años.
“Nada de esto lo habría conseguido sin vosotros, el pueblo americano. Hemos superado una pandemia de las que aparecen una vez cada siglo y la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Haber servido como vuestro presidente ha sido el mayor honor de mi vida”, ha manifestado.
“Y aunque mi intención era proseguir con la reelección, creo que va en el mejor interés de mi partido y del país que me retire y me centre solamente en cumplir con mis funciones como presidente en lo que me queda de mandato”, ha añadido antes de declarar a Kamala Harris, una “extraordinaria compañera”, como su elegida para recoger la “antorcha” que le pedían pasar sus compañeros de partido; una decisión que no anunció en su comunicado principal, sino que reservó para las redes sociales.
“Mi primera decisión como candidata del partido en 2020 fue elegir a Kamala Harris como mi vicepresidenta. Y ha sido la mejor decisión que he tomado. Hoy quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año. Demócratas: es hora de unirse y vencer a Trump. Vamos allá”, indicó Biden en su cuenta de la red social X, acompañando el mensaje con su vicepresidenta, una candidata de consenso que cuenta ya con el respaldo de buena parte del bloque progresista del partido que hace solo unos días pedía la retirada del presidente.
En retrospectiva, Biden ya comenzó a deslizar la noción de Harris precisamente durante la cumbre de la OTAN, donde reiteró su idea de que nunca la habría elegido como vicepresidenta si no fuera capaz de sucederla en el cargo. No obstante, el presidente lo dejó todavía más claro la semana pasada, en un añadido improvisado durante la convención de la principal organización para la defensa de los derechos civiles en Estados Unidos, la NAACP. “Kamala Harris no solo es una gran vicepresidenta: podría llegar a ser presidenta de Estados Unidos”, manifestó.
El debate fue el declive
El debate que enfrentó a Biden y a Trump en Atlanta fue el punto de inflexión para que cuatro senadores y más de una veintena de congresistas de su propio partido pidieran a Biden que reconsiderara su decisión de seguir en carrera y apostara en su lugar por “pasar la antorcha” a un nuevo candidato.
El presidente ha acabado capitulando a pesar de esfuerzos como el realizado durante la pasada cumbre de la OTAN en Washington, donde permaneció una hora respondiendo preguntas de los medios en temas complejos de política exterior.
Otra cuestión a tener en cuenta ha sido el rechazo entre destacados mecenas del partido a seguir contribuyendo con fondos a la campaña de Biden, que el mes pasado acabó vaciando el 93 por ciento del dinero recaudado tras destinar casi 50 millones de euros a un aluvión de anuncios publicitarios para cambiar el signo de la opinión pública tras el debate, según cifras recogidas por Bloomberg.
Fuentes próximas a la campaña de Biden ya dejaban entrever a principios de esta semana el comienzo de un período de reflexión que coincidió con el positivo por coronavirus que el presidente estadounidense confirmó el pasado miércoles, en una semana en la que Trump ha terminado por acaparar todo el espacio mediático tras sobrevivir el pasado fin de semana a un intento de asesinato durante un mitin en Pensilvania.