El 31 de Marzo de 1964, se derrocó el gobierno democrático del Presidente Joao Goulart, instaurándose una dictadura militar encabezada por Humberto de Alencar Castelo Branco que finalizó gracias a la victoria del movimiento democrático brasileño, el 15 de Marzo de 1985 con la elección del presidente civil José Sarney.
La transición en Brasil supuso, como siempre suele ocurrir que el esfuerzo y el sacrifico fue de las organizaciones de izquierda, de los movimientos sociales, de los sindicatos y de los lideres que fueron represaliados y encarcelados por esa dictadura militar. Tenemos que destacar también el papel que jugaron las organizaciones políticas de centro-derecha en Brasil como el Partido De La Socialdemocracia Brasileña (PSDB) y en concreto de su presidente Fernando Henrique Cardoso. Hay que señalar que compitieron reiteradas veces Cardoso-Lula y garantizaron que existiera un debate democrático y solvente emplazando las diferentes posiciones en un terreno seguro y consolidado que no dividiera a la República Federativa de Brasil. El presidente Cardoso llegó al poder el 1 de enero de 1995 y acabó su mandato presidencial el 1 de enero de 2003. Siendo su sucesor el presidente Luis Ignacio Lula Da Silva. Garantizando así un traspaso normalizado democrático y limpio.
Es Lula Da Silva quien coloca a Brasil entre las primeras 5 potencias económicas del mundo. La puesta en marcha de la economía del BRIC (Brasil-Rusia-India-China) supuso un impulso económico sin presidentes en esta etapa, que incluye el mundial y las olimpiadas en el propio Brasil.
Hoy día Brasil ocupa el puesto 12 entre las economías mundiales, siendo su línea de pobreza (LP) el 31,2% y en zonas urbanas un 40,6% de los ciudadanos.
Es evidente que el debate electoral de la primera vuelta en Brasil que se celebrará el día 2 de octubre de 2022, se polarizará en dos asuntos básicos: La Economía, con especial énfasis en las políticas sociales y como no, en la recuperación de la Democracia plena.
Confieso que estoy muy preocupado por todos los aconteceres en Europa, América Latina y el Mundo. A día de hoy existen más de 51 guerras activas. Hoy día hay más gobiernos totalitarios y dictaduras que en el siglo anterior. El desfase social es cada día mayor…los ricos más ricos, con dinero en paraísos fiscales y los pobres más pobres. Se intensifican cada día más las ideologías extremistas, las religiones-sectas y medios de comunicación con visiones excluyentes y que promueven mediante las redes la confrontación, la individualización y el aislamiento de los ciudadanos.
Vivimos en entornos urbanos cargados de silencios gracias a la globalización y las redes sociales. Se multiplican por tres los medicamentos destinados a depresiones, ansiedades, brotes psicóticos y parece a nadie preocuparle.
En Brasil se ha dejado de “sonreír”… Eliminaron los programas Fome Zero, Bolsa Familia, Minha Casa, Minha Vida…desapareció lo presupuestado sobre la reinserción de los integrantes de las favelas y su posterior coeducación. Mientras tanto se agilizan los procedimientos para que los ciudadanos puedan acceder a las armas de fuego promovido por el gobierno de Bolsonaro.
Desgraciadamente y así lo indicaba el presidente Mujica, mientras que los siglos XIX y XX los instrumentos que se utilizaban para dinamitar los procesos electorales y las democracias eran los golpes de estado militar.
Ahora, en nuestro siglo XXI, el capitalismo salvaje ha reinventado fórmulas peligrosamente creativas y cainitas. Se utilizan estructuras judiciales y mediáticas para derrocar o inhabilitar a un presidente o bien, se promueven organizaciones, sindicatos, asociaciones civiles y eclesiásticas que intentan acceder al poder para posteriormente quebrantar desde sus cimientos la propia Democracia.
En las elecciones de Brasil de 2018 complementaron las dos vías y garantizaron que llegara al poder el político ultraconservador Jair Bolsonaro.
En este caso se promovió la operación “Lava Jato” por el magistrado Sergio Moro, que posteriormente seria el ministro de justicia de Bolsonaro, y que tras las filtraciones de las conversaciones con el fiscal Delton Dallagnol, donde los mensajes publicados incluían diálogos del magistrado Moro donde orientaba a los fiscales sobre el enfoque, ritmo y el orden de las investigaciones. Además de sugerir la inhabilitación de Lula para poder presentarse a las elecciones y perjudicar a todos los acusados.
Tras conocerse la conspiración y profunda trasgresión democrática, la segunda sala del tribunal federal supremo de Brasil (STF) anuló el 29 de agosto de 2019 la condena contra Lula y los encausados en el procedimiento.
El ahora exministro del gobierno de Bolsonaro Sergio Moro, trabaja en una empresa americana y se presenta a las presidenciales, sin ninguna posibilidad de éxito.
Brasil se enfrenta de nuevo al reto de encontrarse a si mismo.
Las encuestas de primera vuelta que será el próximo 2 de octubre, dan una victoria clara al presidente Lula frente a los demás candidatos. Esas mismas encuestas indican que habrá una segunda vuelta, y que su competidor será el trampista Bolsonaro.
Lula un obrero metalúrgico, sindicalista y presidente 35 de la Republica Federativa de Brasil, encarcelado por la dictadura militar y posteriormente 581 días por los herederos de los golpistas, tras el procedimiento judicial “Lava Jato”.
A sus 76 años, recibe amenazas de muerte por parte de la extrema derecha brasileña, con la intención de liquidar lo que podría quedar de democracia en Brasil.
Incluso los más críticos con él, que va desde medios de comunicación, partidos de derecha y centroderecha que en ningún caso pensarían en apoyarle, evidencian que por encima de las posiciones y los pensamientos ideológicos está la potencialidad de un país como Brasil y el peligro que supone un presidente de gobierno como Bolsonaro.
Lula Da Silva representa la única esperanza democrática y que pueda devolver los derechos sociales, las garantías, la estabilidad de los inversores y de los bancos que se encuentran en el gigante de la América Latina.
El Brasil que conocimos, el de los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff, se han diluido como un azucarillo. Es un paraje desolador, sin esperanza… con una creciente delincuencia en las grandes ciudades que aleja este gran pueblo de un futuro crecimiento económico y en su referencia como emblema turístico en el mundo.
Hoy Brasil es un lugar irreconocible para aquellos que vivimos y compartimos su gran potencialidad, creatividad y contribuimos a sus sueños. El próximo 2 de octubre, será o la tragedia más conocida de William Shakespeare (Macbeth) o lo que considero va a suceder, compartiendo con Daniel Innerarity (especialista en Filosofía Política) que la verdad y la moral componentes indispensables de la construcción de una democracia…se terminarán imponiendo.